sábado, 12 de octubre de 2013

VACACIONES ÚTILES

Dr. José M. Chambergo Sosa

Se denomina en Pedagogía actividad lúdica a la actividad del juego. La vida está movida por un interés especial y fundamental que es el juego y consecutivamente la educación de ese niño debe basarse en ese interés que se convierte así en eje y fundamento de toda moderna educación.


El problema del juego es el problema del niño que en­tonces el maestro y los técnicos deben hacer suyo tam­bién. Si en el juego se resuelve toda la vida infantil, entonces el juego se hace un problema de educación.
El juego (los deportes) abarca todas las manifesta­ciones del espíritu del niño. No sólo despierta la esfera sensitivo-motriz, las inclinaciones intelectuales y la fanta­sía o imaginación, sino que también despierta y de­sarrolla sus más profundas emociones.
Los más graves sufrimientos espirituales son vencidos en el ser humano mediante el juego (deportes) al que se entrega en cuerpo y alma y si el juego falta desde la vida infantil, el ser humano se abandona, se aburre, disminuye su atención y se siente inclinado a actividades antisociales y de inadaptación, de todo lo cual resulta que prohibir, en­torpecer o perturbar con criterio de adulto su actividad lú­dica es cosa grave y antipedagógica que jamás deben ha­cer tanto técnicos como maestros.
La afirmación de que el niño juega y el adulto trabaja, sólo es cierta en parte porque el niño cuando juega, en re­alidad trabaja. El juego es el trabajo del niño. Se suele distinguir entre trabajo y juego (deporte) diciendo que el trabajo tiene una finalidad: se trabaja para lograr un fin que no es trabajo en sí, que no es sino un medio para lograr un objetivo. El juego del niño en cambio no tiene una finalidad sino que el mismo juego en sí es la finalidad. En segundo lugar, el trabajo tiene el carácter de obligato­riedad y el juego carece de esa obligatoriedad porque es una actividad completamente libre y espontánea, que si bien no tiene finalidad material aparente, en realidad sí tiene una finalidad, pero ella es inconsciente, el niño no la nota, el niño no sabe que está jugando para algo porque en realidad la finalidad del juego (los deportes) en la etapa infantil es la de desarrollar su cuerpo y su espíritu prepa­rándolo para la vida adulta.
De tal modo que los juegos vienen a ser así, un verdade­ro ejercicio, que como no es dirigido hacia un fin conscien­te, ni cansa al niño ni le es penoso.

Chiclayo (Perú), Lunes 21 de Enero 1991



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